viernes, 14 de septiembre de 2018

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Otra ventaja, no me tengo que preocupar en entretener a nadie, solo en no aburrirme. ¿Es positivo saber que hay alguien detrás leyéndolo? Dos opuestos, ¿saber que no hay nadie hace que me ponga las zapatillas de estar por casa y me relaje demasiado? ¿o saber que hay alguien entorpece la libertad en el proceso? ¿Intimida la existencia de alguien? Si alguien de mis fieles lectores quiere hacer la prueba puede coger un teléfono (de los antiguos) que lo descuelgue y que hable una conversación normal, solo, sin nadie detrás, luego que llame a alguien y que intente decir lo mismo, no es igual, ¿no?
¿Por qué me empeño en decir “no” como coletilla final? ¿Acaso responde alguien?

miércoles, 10 de enero de 2018

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Tengo una obsesión tranquila, hace tiempo que se aloja dentro, pero hasta hace poco no me percaté del calado que tiene en mí, tiene que ver con esa “pulsión del no” que menciona Vila-Matas, no tanto en el cortejo del “no” como respuesta activa frente al desarrollo artístico, más bien trata sobre la invisibilidad. Siento una enorme atracción hacia lo invisible, lo que puede ser pero no es (o al menos no se ve), aquello que está en segunda fila, lo que está un paso atrás de lo visible, lo que no se esconde pero no se muestra, las potencialidades que no se desarrollan pero que podrían ser, el universo enorme brillante y diferente que podría surgir si toda la primera línea cayera; de alguna forma a matizar me incluyo, y somos el recambio que nunca se pedirá, pero existimos, nadie nos puede medir, lo potencial se puede vislumbrar pero no sondar, algunos valdremos menos y otros más, pero contenemos otra historia completa de la humanidad, una historia que jamás saldrá a la luz, pero que salva el saber que existe, se saborea lo invisible por indefinido y por potencial, puede saber mejor que muchas concreciones. Viviremos fresquitos a la sombra, a no ser que a alguno nos alcance el sol, que todo lo seca.

Enormemente adecuado al propósito de este blog, ¿no?