¿O podría escribir de todo? ¿Debo ceñirme a esta volatilidad
fantasmal? ¿Hasta qué punto conviene respetar el leit motiv? La respuesta que
pienso es esta: el aroma. Debe oler a lo mismo todo, debe evocar el origen,
sutil a veces, impertinente otras, pero debe estar ahí, provocando al cerebro
para que lo interprete.
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